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lunes, 7 de enero de 2008

Miedo, rabia, culpa y vergüenza.

En nuestro universo interior existen cuatro sistemas de alarma, que bien usados son una bendición.
Éstos son el miedo, la rabia, la culpa y la vergüenza. Todos los sistemas de alarma responden a los instintos de sobre vivencia del individuo y de la especie.
El miedo se activa ante la presencia de un peligro externo inminente, nos avisa del peligro y nos permite reaccionar ante él, ya sea mediante la huida o la defensa, aunque también puede generar parálisis.
El problema con el miedo es que se puede activar tanto ante peligros reales como ante peligros imaginarios e inexistentes, como es el caso de las fobias.
La rabia se activa ante un ataque inminente desde el exterior, puede o no haber miedo previo, pero en el momento en que se activa la rabia, el ataque ya está realizándose, aquí también los ataques pueden ser reales o imaginarios.
La culpa, en cambio nos avisa del daño que estamos por hacerle o le hemos ya hecho a alguien o algo externo a nosotros; y su función es impedir la acción dañina o minimizar sus consecuencias si ya se ha llevado a cabo.
La vergüenza se activa ante el auto sabotaje, cuando nos hacemos daño a nosotros mismos, bueno sería que dicha alarma se activara antes de sabotearnos, en todo caso su función también es llamar nuestra atención sobre las consecuencias de nuestras acciones para así minimizar los daños.
El problema con estos sistemas de alarma es la obsesión compulsiva, que es cuando las alarmas no se apagan una vez realizada la toma de conciencia, llevándonos a estados alterados de la mente totalmente negativos, así el miedo que no se desactiva conduce a la paranoia, la rabia a la psicosis, la culpa y la vergüenza llevan a la depresión, y todos juntos pueden desembocar en la alienación propia de la esquizofrenia.
Para aclararlo más, el mal uso o la in activación de estos sistemas naturales de alarma tiene un efecto parecido al que significaría manejar un automóvil a lo largo de mil o más kilómetros con la alarma antirrobos conectada todo el tiempo.
Con razón hay quienes se suicidan, ¡qué horrendo debe ser vivir bajo tales condiciones!