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martes, 31 de mayo de 2011

El vendedor de enciclopedias

Imagen tomada de Google Imágenes

Trabajaba para Garzanti Editori, vendiendo enciclopedias puerta a puerta. Antes de salir a batir las calles del Napoletano nos daban clases de técnicas de ventas, de cómo hacer una presentación y mantener el interés del cliente en nuestros productos, y cómo inducirlos a comprar algo que no habían visto sino en catálogos. Una vez hipnoticé; literalmente, a una ama de casa, que me compró la enciclopedia y firmó el contrato sin siquiera darse cuenta de lo que ella hacía, debo confesar que me dolió saber que luego de rechazar los libros, la empresa le puso una demanda por haber firmado un contrato que ni siquiera leyó. Hacíamos muchas trampas para vender; -somos del gobierno y vinimos a ofrecerle libros para la escuela-, -somos psicólogos y estamos aquí para orientarlos- y tantas otras tonterías que la gente nos creía.
Hice cosas sin nombre para llenar mi barriga, como aquella vez que; haciéndome pasar por psicólogo, le prometí a una madre que le quitaría el complejo de fealdad que tenía su hija adolescente, y después, cuando llamaba a la empresa exigiendo mis servicios yo me negaba continuamente. Sip, hice muchas cosas malas para llenar mi estómago, pero también hice alguna buena, de esas que nos enorgullecen y nos hacen sentir que hemos hecho la voluntad del buen Dios, al menos por esa vez.

Aconteció que estaba haciendo las sólitas presentaciones supervisado por mi asistente de grupo, el señor Mona, cuando logramos entrar a una casa humilde, donde unas señoras hacían tertulia entre ellas, luego de terminar mi presentación, la dueña de la casa me dijo que no necesitaba los libros y yo (que le había hecho de antemano el cuestionario apropiado para forzar la compra) le repliqué:
-Pero usted dijo que tiene una hija adolescente; ¿cómo sabe que a su hija no le interesan los libros?
-¿por qué no se lo preguntas tú mismo? ella está en su cuarto, detrás de aquella puerta- me dijo, señalando una puerta vencida por los años.
Se levantó de su silla y me invitó a seguirla, yo...todo creído que ya tenía el contrato asegurado (no hay nada más fácil que embaucar a una adolescente cuando se es atractivo, y yo lo era y mucho) me levanté de mi asiento con una sonrisota de esas que se llevan toda el área del rostro, como la sonrisa del gato en "Alicia en el país de las maravillas", de esas sonrisas que toda la cara se vuelve dientes y pareces más el teclado de un piano que una persona; ¿ya? ¿caíste?, entonces sigo...
Decía que me levanté de mi asiento con mi cara de pianola y la seguí, y en seguida desapareció la sonrisa; hasta de mi alma, ¿qué contrato ni qué contrato?, detrás de la puerta había una joven quinceañera postrada en una cama, toda ella piel y huesos, sus músculos atrofiados a causa de la paraplejia, su lengua fuera de la cavidad bucal, guindando sobre el lado izquierdo de su mandíbula, la chiquilla ni siquiera podía articular palabra, solo gemidos salían de su boca.

Me senté al lado de su cama, y con mis dedos índice y pulgar coloqué como mejor pude, su lengua dentro de su boca, en eso me percaté de que su mirada pendulaba desde mis ojos a un punto incierto de la habitación, y de allí de nuevo a mis ojos:
-¿Quieres algo?-Más gemidos; mientras la madre a mis espaldas descargaba todas sus cuitas, abrojos y lamentos sobre mi corazón afligido por tal escenario.
-Hagamos una cosa-le dije- un parpadeo significa "no" dos parpadeos significan "si" ¿te animas?- y recibí dos parpadeos.
-Dime, ¿quieres que te agarré algo de esta habitación?- otra vez dos parpadeos
-¿Qué será?- me levanté de mi asiento, deambulé por la habitación como Pedro por su casa y tomando los objetos a mi alcance uno a la vez, se los mostré solo para recibir un solo parpadeo en cada ocasión, hasta que le mostré un libro y ella, evidentemente excitada, parpadeó tantas veces seguidas que perdí la cuenta. 
Me volví a sentar a su lado, esta vez libro en mano, lo abrí en la primera página y comencé a leer; ella gimió, la miré, parpadeó una vez, esperó unos segundos y volvió a parpadear.-¿No quieres que te lea el libro?- dos parpadeos -¡Si quieres que te lo lea, pero no en esta página- dos parpadeos nuevamente.
Abrí el libro casi en su final y le mostré la página a la infanta preguntándole:
-la página que buscas, ¿está más adelante?- un parpadeo-¿más atrás?- dos parpadeos.

Continué abriendo el libro y preguntándole hasta que di con la página 95 (¿o era la 97?, bueno no importa que página era, hallé la que quería escuchar, eso es lo que cuenta) y comencé a leer, entre línea y línea la miraba a los ojos y noté que sus pupilas brillaban con el fulgor de la felicidad y una tímida lágrima asomaba tierna de las comisuras de sus hermosos ojos café.
La madre que seguía la escena desde detrás de mi persona, no terminaba de salir de su asombro; ¡su hija entendía, lo entendía todo! y podía comunicarse.

Después que terminé de leer la página, me acerqué a su rostro y le besé la mejilla con la ternura propia del padre que se despide de su hija, luego me dirigí a la madre y le propuse:
-Ya sabe un parpadeo es "no", dos parpadeos significan "si"
Me despedí y le dije a mi asistente de grupo, -¿nos vamos?-

A la salida Mona me preguntó el porqué no les había dado a firmar el contrato -¡Lo tenías en el bolsillo! ¿Qué pasó? ¿Por qué no cerraste la negociación?
-Ellos no necesitan libros, no estos al menos y yo seré una mierda pero ¿sabes, amigo mío? no soy tan mierda...

lunes, 30 de mayo de 2011

Risa o Llanto (¿Realidad o ficción?, ¡jamás lo sabrás!)

 Imagen tomada de Google Imágenes
Una de las cosas que me enseñó mi papá cuando yo era apenas un niño, fue una sentencia condenatoria que repitió hasta el cansancio; y decía:

-El que te quiere bien te hace llorar, el que te quiere mal te hace reír- que traducido a un lenguaje menos filosófico y más comprensible (más tierra tierra pues) significa:

Si alguien te hace llorar, abrázale y quiérele porque está tratando de instruirte y de educarte, de forjarte el carácter, de moldearte una personalidad, de hacerte un hombre de bien, o sea, al que te hace llorar si que le importas como ser humano que eres.

Si alguien te hace reír, ten cuidado, aléjate, escapa de él/ ella; pues viene con mala intención, te quiere engañar, abusar de ti, estafar, ¡TE VA A JODER!

Extraña filosofía la de mi padre, y tan arraigada y tan difundida está que la cosa, vista desde lejos, desde lo alto, desde las afueras del bosque…crispa hasta el alma.
No sé de dónde sacaría mi padre tamaña falacia; pero si sé que; de tanto escuchárselo decir, terminé por creerme el gigantesco embuste. Y es que una mentira repetida al infinito, termina por parecerse demasiado a una verdad incontestable; ¿o acaso no es verdad que La Tierra fue plana hasta que Colón tropezó con las Indias Occidentales y Magallanes le dio la vuelta a la planaridad esférica del planeta? (¿O deberíamos decir esfereta?)

Dejando de lado las alusiones filantrópicas (¡cómo me gusta decir eso!, aunque aún no sé lo que significa, pero prometo que algún día lo averiguo) y volviendo al tema que nos ocupa; pongámosle la lupa:

Como les venía diciendo; me creí el embuste y como consecuencia de mi transformación en creyón multicolor (sigue creyendo y te volverás creyón, cosas de mi infancia) me sacudí como perro recién bañado a toda persona que trató de dibujar una sonrisa en mi rostro y en cambio; perseguí sin cuartel con tenacidad y hasta con un poquito de saña a todo el que me arrancara lágrimas de los ojos, a veces incluso atenazándolas…

¡Ay! Qué tiempos aquellos de mi feliz masoquismo, regodeándome totalmente en mi fiel sometimiento y en mi encantadora esclavitud voluntaria. No había nada que me alegrara más que el verme a mi mismo crucificado por otros, no había nada que me gustara más que ser azotado brutalmente y terminar con las tablas en la cabeza….

“Y lloré y lloré y lloré y lloré y lloré
Y tanto que lloré que todo lo inundé”

Por tanto, me la pasaba transitando en canoa para todas partes, todo el tiempo remando sobre el profundo mar de mis propias lágrimas, ya que todo lo inundaba a mi alrededor.
(Y por favor, perdónenme el vicio de la redundancia, es que me fascina redundar ¿viste?)

Hasta que un día pude al fin colgar los remos y comencé a caminar de nuevo, no sin cierta torpeza; pues mis piernas estaban ya entumecidas de tanto estar sentado en la bendita canoa.

Nunca supe en realidad cómo me libre de dicha maldición, no sé si lo que pasó fue que se acabaron las saladas gotas cristalinas de mis acuíferos depósitos oculares, o se secó el manantial de mis pupilas o si; simplemente, descubrí la verdad como por arte de magia.

Y la verdad sea dicha:

Es verdad que hay personas (pocas de ellas) que te impelen a la risa para ganarse tu confianza; para que bajes la guardia y así poder agarrarte desprevenido y fuera de base y; claro, ¡joderte de lo lindo! Pero también hay personas que inducen tus carcajadas porque les encanta tu risa; porque les gusta tu sonrisa, les caes bien, les agradas pues. Y luego están los cómicos que lo hacen de profesión porque para eso les pagan, para hacernos reír…

En cambio; indefectiblemente, el que te hace llorar; bueno, fíjate: Si te ama y te quiere, entonces es un amargado sin remedio, y si no te ama ni te quiere, no es más que un sádico que disfruta presenciando el dolor ajeno…

POR TANTO DECLARO, ANUNCIO Y PROCLAMO SIN AVISO Y SIN PROTESTA:

He decidido alejar de mi vida a todo aquél que pretenda hacerme llorar, y a su vez abrazar fuerte fuerte a todo el que quiera hacerme reír, excepción solo hecha por aquellos que; estando quebrantados en llanto y deshechos en lamentos, no pueden evitar el llorar en público (a esos los abrazo también y los consuelo, o al menos lo intento…)

Así que, a partir de ahora; a todos los que clamen por mis lágrimas les gritaré ¡FUERA DE MI CAMINO!  Y a todos los que deseen verme sonreír o reírme a carcajada suelta les doy la bienvenida, ya averiguaré luego que intenciones traen; mientras tanto ¡GOZO!

                                                                                                               He Dicho
                                                                                                          PUBLÍQUESE.

Epílogo Conclusivo.


Demasiada gente cree que la seriedad es aburrimiento y tristeza y mal humor y caras largas; lo cual es otra falacia…en cambio no hay nada más serio que la alegría, el juego, las risas; el compartir; y ¿quién quiere compartir con un tristón? o con uno que se la pasa buscándole cinco patas a los pobres gatos ¡Señores LA QUINTA PATA NO ES PATA ES COOOOLA! o con quienes viven encontrando defectos incluso donde no los hay, es más sabroso compartir con quién se ríe contigo que con quién se ríe de ti o con quién se la pasa lamentándose más que un camión de cochinos camino al matadero.
¡LA RISA ES SERIA, ENSERIÉMONOS PUES!

O como dijera cierto sabio alienígeno (creo que venido del tercer planeta de la estrella Sirio, o al menos así me la vendieron):

“Ríete de la vida que la vida ya tiene largo rato riéndose de ti”

Buahajajajajajajajajajajajajajajaja, buahajajajajajajajajajajajajajajaja
Jijiji, Jojojo, Jujuju ¡Jájá!







La Soberbia y la Memoria


Dicen que el hombre es el único animal que mete la pata cien veces en el mismo hueco.
Esto no es del todo exacto, lo cierto es que el hombre SOBERBIO mete la pata infinitas veces en el mismo hueco, el hombre humilde comete el mismo error una sola vez, tal vez dos, no más, nunca más.

¿Por qué pasa esto?, porque el primer paso para corregir una situación errónea es reconocer que dicha situación existe, el humilde pronto reconoce sus errores, pero el soberbio nunca se equivoca, tanto es así que el soberbio está convencido de que los niños no recordarán nada de lo que les acontece en el presente, lo cual es otra falacia (a menos que el niño trastoque en un adulto soberbio); porque el soberbio sólo recuerda de su pasado lo que le conviene para sostener su ilusión de perfección, lo que no le conviene lo entierra bajo una montaña más alta que el Monte Everest; lo hunde en una fosa más profunda que la Fosa de Las Marianas.

Y si, el soberbio es perfecto, más perfecto que Dios mismo, por eso nunca aprende, porque nunca jamás se equivoca y jamás erró, al menos no que él recuerde…

domingo, 29 de mayo de 2011

¿Leucemia y psicología?


No voy a alargar este discurso que estoy por emprender, tampoco voy a revisarlo, releerlo y reescribirlo una y otra vez para pulirlo, voy a soltar la hipótesis como me salga, y aquí les va.
En la leucemia mieloide, la médula ósea produce demasiados globulos blancos (cuya función principal es comerse todo lo que hay en su paso) y muy pocos glóbulos rojos y plaquetas. En la leucemia linfocítica, la médula está sana...sanísima, los que joroban son los gánglios linfáticos que producen enormes cantidades de tragones blancos (hasta medio millón por mililitro en algunos casos graves).
O sea que la leucemia es la enfermedad por medio de la cual el cuerpo se ataca a sí mismo a través de la altísima producción de globulos blancos, pero ¿por qué el cuerpo hace eso?
Recuerdo que cuando era pequeño me odiaba tanto que ni siquiera quería mirarme al espejo, y me sentía más feo que Quasimodo (el jorobado de Notredame), no recuerdo cuando me salieron los primeros moretones sin golpearme, lo que si recuerdo es que; no teniendo idea de cómo me los hacía, terminé por suponer que me los hacía dormido, pues solía tener muchas pesadillas y el sueño intranquilo, tal vez alrededor de los 7 años; pero la primera vez que me diagnosticaron anemia (como cosa rara nadie se dió cuenta de nada hasta mis doce años) fue a los nueve alños.
En fin, para no alargar el caldo, me gustaría que los niños leucémicos fueran examinados mediante una batería de test psicológicos que revelen su auto estima, auto confianza y auto respeto,y  que descubran además si el niño se avergüenza de sí mismo o se siente culpable, feo o cualquier otra condición que pueda demarcar la posibilidad de que la bendita leucemia no sea otra cosa que un auto ataque perpetrado por el subconsciente...
Es más, creo que llegó la hora de dejar de subestimar el poder de la sugestión en las enfermedades como el cáncer y la leucemia e investigar si dichas enfermedades son causadas o si su progreso es acelerado por factores psicológicos tan fáciles de resolver como puede ser el enseñar al niño a manejar sus emociones.
En verdad me gustaría que álguien capacitado abrace como su cruzada personal el estudio de los posibles factores psicológicos que intervendrían en la aparición y desarrollo de enfermedades en que el cuerpo se ataca a sí mismo, PSICÓLOGOS ¿DÓNDE ESTÁIS?
Gracias por tomar en cuenta estas inquietudes de mi corazón dolido, abrazos siderales con mi corazón en la mano y mi sonrisa en sus veredas