Si hay algo que me intriga es este tiempo multidimensional que percibimos como si fuera lineal, sobre todo después de tres acontecimientos que me sucedieron sobre lo que se ha dado en llamar la falla de Boconó, entre los estados Mérida y Trujillo.
En la carretera -perfectamente asfaltada para la época-, me conseguí con un automóvil; con tres monjas adentro, y como iban relativamente despacio y yo estaba apurado (como cosa rara), pasé el auto en cuestión.
Más adelante, a pocos kilómetros, me conseguí delante de mi ¡el mismo auto con las mismas monjas!, desconcertado, las volví a pasar para encontrármelas de nuevo pocos kilómetros más adelante.
Pero un momento, los fantasmas no andan en automóviles, ¿o sí?
En mi auto íbamos dos hombres y dos mujeres, y los cuatro le vimos.
Era medianoche, y a un lado de la carretera, había un hombre en muletas mirando hacia nuestro auto, bajé la velocidad para cerciorarme de que el señor no necesitara ayuda, para preguntarle pues, si podíamos ayudarle; pero cuando lo tuve en frente y apuntó su rostro hacia mi, se me heló la sangre, el hombre era translúcido, como transparente y en sus ojos vi el signo de la muerte.
Lo extraño es que después de alejarme del hombre, miré por el espejo retrovisor y alcancé a verle; sin sus muletas, y para colmo el hombre se parecía a una foto que tiene mi madre de mi abuelo materno, la única diferencia es que el señor de las muletas era menos calvo.
¿Se ven los fantasmas en los espejos?, lo dudo.
Eran aproximadamente las tres de la madrugada, yo no tenía sueño así que me puse a jugar pinball en una consola nintendo.
En el otro cuarto dormían Juana y los niños, de pronto miré hacia la sala y la vi.
Era una mujer pelirroja con un blue Jean y una franela roja, ¡igualita a Juana!;
la llamé, se me hizo la loca, salí a ver, revisé el baño y estaba vacío, revisé la puerta que daba a las habitaciones -vivíamos en un hotel que yo administraba-, cerrada; revisé la puerta que daba a la cocina, cerrada.
Entré al cuarto en que dormían mi mujer y los niños, suponiendo que tal vez Juana estaba sonámbula, pero me la encontré en la cama, no en Jean y franela, sino en baby doll, profundamente dormida.
¿A quién vi? ¿Van los fantasmas vestidos de pantalón y franela?, ¿no y que eran seres descarnados?, ¿para qué quiere un ser descarnado ropa?
¿Es posible que en las zonas de fallas tectónicas, las imperceptibles vibraciones de la corteza terrestre interfieran con nuestras ondas cerebrales dándonos acceso a la multiplicidad del entorno temporal?
Acaso me vi a mí mismo, con unos setenta años, bajando de
Acaso la mujer que atravesó mi sala sí era Juana, pero en un futuro no muy distante del momento en que se produjo el evento.
Y tal vez el tiempo es parte intrínseca de nuestros átomos, tal vez somos espacio-tiempo hecho carne