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viernes, 7 de agosto de 2020

El Ritmo

 Ritmo es repetición ordenada que produce un efecto armónico, melodioso, musical.

Hay ritmo en el movimiento de los planetas alrededor del sol, en nuestro caso un ritmo de trescientos sesenta y cinco días aproximados. 
Hay ritmo en la rotación de los cuerpos celestes alrededor de sus ejes, un ritmo de 24 horas para nuestro nunca bien ponderado planeta azul.

Hay ritmo en las explosiones termonucleares de nuestro sol y de todas las estrellas, muy evidente en los pulsares y cuasares.

Hay ritmo en el oleaje producido por los vientos, y hay ritmo en las mareas que suben y bajan, en las corrientes marinas, en las cuatro estaciones. 
Y es que todo el Universo es rítmico, incluso las vibraciones de ondas son rítmicas.

Y hablando de vibraciones, la única diferencia entre el ruido y la música es el ritmo, ordenado, melodioso, armonioso de la música, contra el devenir caótico y estridente del ruido.

Entonces el ritmo es repetición ordenada de algo.

Pero repetir qué, en poesía?

He allí mi dolor de cabeza.
En principio, debo decir que para la poesía clásica es fácil descubrir en qué consiste el ritmo.
Los acentos distribuidos en las mismas posiciones silábicas en cada verso, la rima a final de verso, el conteo silábico, es decir que todos los versos tengan igual número de silabas, o que haya combinaciones de versos con igual número de sílabas, (por ejemplo combinar endecasílabos con heptasílabos)

Estos factores producen ritmo, y son tema de estudio de la métrica o versologia.

Hasta aquí es fácil, sólo hay que aprenderse las reglas y aplicarlas.
Y luego nos llega el post modernismo que barre con la métrica y con la retórica clásica , renunciando a ellas

Entonces el ritmo se vuelve más difícil de percibir y entender.
El ritmo producido por los factores métricos se llama acústico o fonético.
Pero los poetas post modernistas lo llaman Sonsonete, y sucede que a mí particularmente, el sonsonete, me gusta, me fascina más bien.

Pero volviendo al ritmo, existe un ritmo producido con la ayuda de figuras retóricas reiterativas como la aliteración, la anáfora, la anadiplosis, la concatenación, la epanadiplosis, la epífora, el paralelismo, el pleonasmo, el polipote, la paranomasia, el polisíndeton y la reduplicación.

Estas figuras de repetición le dan cierto ritmo al poema aún en ausencia de rimas y factores métricos.
Y aquí también es fácil, con un buen libro de retórica las aprendes y las aplicas.

Y luego hay un ritmo semántico que no sé bien con qué se come, al menos por ahora.
Se trata de la repetición de semas, y como no sé semiotica, tampoco sé qué es un sema. 
Hay un ritmo sintáctico que consiste en la repetición de estructuras gramaticales, y aquí, pues no es tan difícil, repaso la gramática castellana y asunto resuelto.

Incluso el ritmo de imágenes y metáforas intuitivamente podría percibirlo y recrearlo, ¡ al menos creo yo!

Mi mayor problema entonces, es el ritmo de pensamiento, porque es ritmo subjetivo.
Y ¿cómo se estudia algo subjetivo?
¿Cómo conocer el subjetivismo de los demás si ya es tan difícil entender el propio?

Por ende, estoy tratando de averiguar qué es y qué no es el ritmo poético.
Seguiré investigando.

jueves, 30 de julio de 2020

Emotividad y poesía

Para mí, la poesía es ante todo emotividad, entonces, personalmente prefiero una prosa que me arranque lágrimas o me mate de risa o me indigne hasta la rabia airada a una octava real con Métrica perfecta, rima consonante perfecta y todos los acentos donde deben estar, pero que a la postre, no me dice nada.
El punto es que la poesía es ante todo belleza, y allí todos concordamos.
Pero sucede que la belleza es un concepto tan subjetivo que tiene tantos significados como habitantes tenga el Universo todo.

Por ello no espero que todos estén de acuerdo conmigo, sería absurda tal pretensión.

Por ejemplo, ¿qué nos dice el soneto que Lope le escribe a Violante?
Primero que nada nos dice que Lope era un hombre arrogante y presumido, pues insinúa que armó un soneto en pocos segundos.
Y perdónenme que sea franco, pero quien ha hecho sonetos sabe que no es soplar y hacer botellas.
Entonces, la estructura de dicho soneto es perfecta, las rimas son perfectas, la acentuación es perfecta, pero, ¿dónde está lo poético? ¿Es acaso la arrogancia, bella? ¿Hay belleza en mirar a los demás por encima del hombro?
Dios me libre de criticar a un monstruo sagrado de la poesía como Lope de Vega, sólo digo que he leído poemas de poetas consagrados que no me dicen nada de nada. Incluso, del mismo poeta, algunos textos me conmueven profundamente y otros me aburren a muerte.

¿Qué es poesía, entonces? Es ese escurridizo texto que te conmueve cada vez que lo lees.
Y, siendo la belleza algo tan subjetivo y diferente de una persona a otra, es lógico que lo que para unos sea basura, para otros es el Papá de los poemas.

La belleza

Lo bello no es siempre sinónimo de lo bueno. El Tigre de bengala es un animal sumamente hermoso, pero yo mo me metería en su jaula por nada del mundo. La serpiente de coral, con sus contrastantes anillos negros, rojos y amarillos, es tal vez el animal más hermoso del planeta, pero su veneno te mata en menos de cinco minutos. 
Estamos malacostumbrados a pensar que bello y bueno son sinónimos, y gracias a eso tienen éxito los estafadores, porque sucede que se ven las caras y no los corazones.
Bello es lo que nos gusta, lo que le agrada a nuestros cinco sentidos, en especial la vista, pero no sólo.
Ahora que considerar que lo bello es siempre bueno... ese es un riesgo que no estoy dispuesto a asumir.

martes, 23 de junio de 2020

El truco

Aparte del estudio que se requiere, porqué la Poesía es un arte y todo arte exige el estudio de su técnica, el truco para escribir buena poesía, a mi entender, es escribir sobre los temas que más te apasionan.
Si consigues superar el miedo a las críticas   de puristas y envidiosos, si logras sacudirrte ese temor al qué dirán, y te animas a escribir lo que más amas, te aseguro que tus versos fluirán como ríos de agua viva, espontáneamente, y destilarás tus poemas como se destila el buen ron y el vino sagrado.
Y serán las nuevas generaciones las que te coloquen en el podio que no pueden alcanzar los rezagados del tiempo.

Por eso, escribe lo que te apasiona, si te encanta cocinar, has poemas culinarios, si te fascina la arquitectura, llena tus versos con bóvedas y umbrales y dinteles. Si tu pasión es la pintura sacale un poema a cada cuadro que te emociona. Sea lo que sea que te quite el sueño, es sobre eso que tienes que escribir. Poemas deportistas, los hay! Poemas ingenieriles, por qué no?
Poemas sobre una película que has visto cien veces, sea!

No te asustes por frases como - ¡qué locura, esto no es poesía!
O - ¿A quien se le ocurre? Nadie osaria hacer poesía sobre este tema

En verdad te digo, si escribes lo que amas, pasarás a la historia, aunque puede que jamás lo sabrás, por aquello de que nadie es poeta hasta veinte años después de muerto.

P. D. Yo no tengo ninguna prisa por ser poeta, estoy muy joven aún para estirar las piernas.


domingo, 24 de mayo de 2020

Libre albedrío

Nadie escoge el cuerpo con el que nace ni la familia que lo recibe. Nadie escoge su entorno infantil, todos estos eventos están dados por circunstancias ajenas a nuestra voluntad. Y así comienza la falacia del libre albedrío.

Es muy cierto que el hombre ha de elegir toda su vida, vivir es, en cierto modo, escoger. Pero sucede que para la mayor parte de la población mundial, esas elecciones necesarias no son libres. Son más bien elecciones entre la espada y la pared, elecciones entre freírme dentro de la sartén o saltar directamente al fuego.
Es la elección del murciélago sin alas, o sea, quedarse guindado o dejarse caer. Si tuviera que escoger entre un trabajo esclavizante o morir de hambre y ver morir de hambre a mi familia, claro que escogería el trabajo esclavista, pero esa no es una elección libre, sino obligada. Así, sólo gozan de libre albedrío los millonarios, ¿y qué hacen con su libertad de elección? Muchos la desperdician...

miércoles, 12 de febrero de 2020

La celda

Estoy en mi celda, esperando la llegada de los guardias que me llevarán ante el verdugo. Hoy se cumplirá mi sentencia, tengo miedo pero no pienso demostrarlo. 
En las paredes de mi encierro hay marcas que hice, para no perder la noción del tiempo, es por eso que sé que anoche fue mi última cena. 

Cómo llegué a esta cruel encrucijada? 

No, no es esa la pregunta, sé bien lo que hice, merezco lo que se me viene, estoy claro en eso… al menos en eso. 
Lo que no entiendo es cómo me convertí en el monstruo que asesinó a tanta gente, 
tal vez fue culpa de la guerra, tal vez el fin de la maldita guerra no me alcanzó a tiempo, tal vez aún me siento en guerra. 
La guerra se quedó conmigo, muy dentro de mi, ¡arraigada en mi mente y en mi alma! 

El infierno acabará hoy, mañana renaceré en otro cuerpo, con otra vida y por Dios que no cumpliré con el servicio militar obligatorio, ¡así tenga que cortarme una mano! 

Doña Correa

Cuando yo era niño, todas las casas en que habían niños como yo, eran gobernadas por la cruel Doña Correa, quien siempre, siempre, estaba acompañada por su fiel sirvienta, la señora Hebilla. 

Es así como comienza esta historia, una historia como tantas, sin dragones ni caballeros, pero sí con malvadas brujas y terribles ogros. 

La historia de infancias marcadas por síndromes postraumáticos, por pieles curtidas y llantos y gritos sin fin. 

Tu historia tal vez, la mía, la nuestra… 

Gracias a Dios hoy existe la línea azul, pero no en todas partes. 

Por eso, la historia se repite cotidiana en gran parte del orbe terrestre. 

Daño colateral

Entramos en la choza armados hasta los dientes, la orden era requisar, buscar armamento enemigo, cualquier trampa cazabobos.

-Revise el ala derecha soldado
-Entendido Sargento.

Me dirigí al lado derecho de la casa, entré en cada una de las habitaciones, revisé cada centímetro del lugar y de pronto escuché pasos corriendo hacia mí.
Sin siquiera pensarlo volteé hacia el rumor y simultáneamente disparé.

Y allí estaba ella, con sus pequeños ojos abiertos de par en par, con esa extraña expresión en su rostro, con esa pregunta atenazada en su lengua, ese ¿por qué? que no terminaba de salir de su boquita.

La niña cayó de espaldas, mirándome fijamente, mientras se endurecía lentamente su cuerpecito.

-¿ Por... qué... a.. mí...

Ya sin vida, parecía una muñeca de cera, y yo no podía salir de mi tenebroso asombro, ¡había matado a una niña inocente!

¡Esta maldita guerra! Grite con todo el aire de mis pulmones, y luego... Un estallido como un trueno, un disparo y se me apagaron las luces.