Querido Niño Jesús
Te escribo esta carta para decirte que me porté muy bien este año.
Y que te quiero mucho aunque nunca te he visto.
Además quiero pedirte para esta Navidad un regalo muy urgente.
Verás, cuando la cigüeña me trajo a esta casa estaba enferma o borracha, no es posible que yo pertenezca a esta familia, porque todo el mundo me grita y me pega, a veces con la correa del lado de la hebilla, a veces con la escoba en la espalda.
Y me insultan y me ponen sobrenombres.
Y se burlan de mi a cada rato y se ríen mientras lloro.
Yo no soy chismoso Niño Jesús, pero la cigüeña se equivocó de familia cuando me trajo a este mundo.
Por eso te pido, para esta Navidad, que no me traigas ningún juguete.
Mejor dile a la cigüeña que venga a buscarme y me regrese a la fábrica de bebesitos, que yo con mucho gusto te ayudo a empaquetarlos y a enviarlos a su destino.
Así nos aseguramos que la cigüeña no vuelva a meter la pata con las entregas.
Cualquier cosa Jesús, cualquier cosa con tal que me saques de este infierno que llaman mi familia.
Te quiere siempre
Triste Apaleado
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jueves, 12 de diciembre de 2019
lunes, 9 de diciembre de 2019
Costumbre y sumision
Cuando la sumisión se vuelve costumbre, las tiranías reinan campantes. Y es que, son pequeños eslabones los que se concatenan para forjar las cadenas del síndrome de rana hervida y del síndrome de Estocolmo, que mantienen a los dictadores atornillados al poder.
Acostumbrarse a la sumisión, acostumbrarse a la represión, es siempre nefasto para los pueblos.
Acostumbrarse a la sumisión, acostumbrarse a la represión, es siempre nefasto para los pueblos.
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