La lozanía vespertina en tu enagua sideral, despierta mis deseos, caprichos y emociones, sensaciones y aspavientos, y una cierta euforia impetuosa y dominante.
Desde el llanto de tus manantiales frontinos, llegan a mí cascadas de culpa y vergüenza, pero ¿qué puedo hacer aparte de amarte?; ¿es acaso este frenesí dinámico un ente vivo?, debe serlo; pues me abraza y me abrasa sin piedad, ¡y sin consuelo!
Por eso, no me inquieras la mirada, sabes lo que mis ojos pregonan: amor, amor, amor y más amor, por ti, para ti...
¿De cuánta crueldad es capaz Cupido?
Yo solo sé que ya no importa...nada.