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miércoles, 12 de febrero de 2020

Daño colateral

Entramos en la choza armados hasta los dientes, la orden era requisar, buscar armamento enemigo, cualquier trampa cazabobos.

-Revise el ala derecha soldado
-Entendido Sargento.

Me dirigí al lado derecho de la casa, entré en cada una de las habitaciones, revisé cada centímetro del lugar y de pronto escuché pasos corriendo hacia mí.
Sin siquiera pensarlo volteé hacia el rumor y simultáneamente disparé.

Y allí estaba ella, con sus pequeños ojos abiertos de par en par, con esa extraña expresión en su rostro, con esa pregunta atenazada en su lengua, ese ¿por qué? que no terminaba de salir de su boquita.

La niña cayó de espaldas, mirándome fijamente, mientras se endurecía lentamente su cuerpecito.

-¿ Por... qué... a.. mí...

Ya sin vida, parecía una muñeca de cera, y yo no podía salir de mi tenebroso asombro, ¡había matado a una niña inocente!

¡Esta maldita guerra! Grite con todo el aire de mis pulmones, y luego... Un estallido como un trueno, un disparo y se me apagaron las luces.